Jealsa, todo comenzó con una tricotosa.

La máquina con la que Alonso empezó su trayectoria fue el origen de una corporación con 26 sociedades.

A poco que se indague, todo emprendedor, toda gran empresa, simboliza su origen en un detalle nimio. Que si batas guateadas, que si venta de pescado a domicilio, que si construcción de carros de caballos… iniciativas que dieron pie a grandes firmas, pero que tuvieron detrás a personas con una capacidad innata para ver el negocio e ir adaptándose a los tiempos hasta tal punto que, en algunos casos, los primeros pasos nada tiene nada que ver con lo que son. En el caso de Jealsa, ese detalle nimio lo simboliza una tricotosa, y el visionario, Jesús Alonso Fernández, que con 22 años adquiría la máquina para confeccionar trajes de bebé, tras la cual se ponía cada día para ir haciendo realidad las prendas.

Entre la imagen de un joven en busca de su sueño, y la de anteayer -cerca de dos mil personas escuchando palabras como que el grupo consta de 26 sociedades repartidas por todo el mundo, que en el 2018 las contrataciones han batido su récord, superando las 4.500- han pasado 66 años, sesenta de los cuales son los que ha cumplido el buque insignia del grupo, Jealsa, pero también han transcurrido para su mentor, Jesús Alonso, que pudo percibir el agradecimiento y el cariño de sus empleados cuando, al entrar en el polideportivo de Barraña, con la música de A rianxeira de fondo, se levantaron para recibirlo, al frente de su familia, con un sonoro aplauso.

El hoy presidente de honor de la firma quiso empezar su intervención. Entre la emoción y los achaques, evidenció dificultades, que fueron correspondidas por un respetuoso silencio, roto por una voz femenina que exclamó: «Non pasa nada jefe».

Abrirse paso

Alonso volvió a recordar el peso de la edad, antes de realizar un paseo por su trayectoria que empezó en el seno de una familia humilde que quiso que su hijo estudiase comercio en Vilagarcía «onde o pasei mal, porque falaban castelán e eu galego», pero fue capaz de abrirse paso formándose e incluso encontrando trabajo en un banco, antes de decidir volver a casa para emprender su propio camino, jalonado por el éxito que atestiguó sobradamente el aforo hacia el que se dirigía el viernes.

Valga como ejemplo de ello el detalle con el que empezó su relato: la visita de una comisión de técnicos brasileños que este año recibieron en Jealsa, interesados en ver el funcionamiento de la empresa, y que regresaron a su país tan satisfechos de lo que presenciaron que sus informes han sido claves para que Jealsa siga situando al país carioca como su principal apuesta internacional, más aún con los positivos resultados alcanzados este año.

Alonso descubrió algunos de sus secretos para transformar sus orígenes, simbolizados en la tricotosa que aún tiene en su casa, en el grupo empresarial Jealsa: «Non me custaba traballo traballar…. empezamos a traballar as 24 horas», extremo que ratificaba una veterana empleada en un documental que se emitió en el acto, cuando recordaba que «o jefe viña a enlatar sardiña con nós, como se fose un máis».

«Un sabio dijo que la riqueza del ser humano se mide por los amigos que tiene y el cariño que recibe, y al entrar aquí percibimos mucho cariño. Esa es nuestra mayor riqueza». Las palabras de Pura Escurís, esposa y madre de la saga, son la mejor muestra de la emotiva empatía que se percibió en la cita anual de Jealsa con sus empleados.

Fuente: La Voz de Galicia